14 de diciembre de 2012

De plomeros y psicoanalistas

El año estaba terminando. Ella compró una agenda nueva y comenzó a pasar los números de teléfono, lo hacía con  sumo cuidado: Adriana, Alberto (tapicero), Andy, Ángela, Aurelio (plomero), y así copiaba los números. De pronto, anota "Alejandro S." y se da cuenta que se había confundido con el teléfono del plomero. Le causó mucha gracia el fallido que se acababa de mandar. ¿Qué era eso de confundirse al plomero con su psicoanalista? No tardó demasiado en darse cuenta: al fin y al cabo los dos destapan.
Dedicado a mi terapeuta, con afecto.