20 de abril de 2011

El testigo

YO soy el ÚNICO TESTIGO de esta historia, y podría contarles hasta el mínimo detalle.
Se conocieron en una fiesta, en un baile. YO vi cómo él la miraba, con qué ojos, con qué deseo, como un héroe que busca conquistar un tesoro inapreciable. Y ella, desentendida.
En realidad, él no la conocía. Le preguntó a un amigo quién era y su amigo sin dudar le dijo: “¡Ah! ella Vale, vale muchísimo, es una chica fantástica, muy soñadora, creativa… y medio colgada, por ahí hasta ni se dio cuenta de que la estás fichando. Creeme, la conozco hace mucho, igual que a vos, por eso te hablo así.
El tiempo pasaba y el hombre pergeñaba distintas estrategias para acercarse a esta mujer: invitaciones formales, informales, íntimas, con amigos, etc.
YO soy el ÚNICO que sabe todo esto con absoluta certeza.
En una oportunidad, él la invitó a cenar. Otra vez, fueron a ver un espectáculo. Un fin de semana salieron  a navegar, ella, él, y también el niño que él lleva en su corazón (como lo llevamos todos, por supuesto); y siempre una flor, una atención, para tratar de conquistarla.
Así, ella comenzó a conocerlo un poco más. Y, enseguida, puso en juego sus estrategias femeninas para saber hasta dónde quería llegar el caballero. Pensó: “Cuando lo vea voy a ser yo quien lo sorprenda”.
Y  así fue que un sábado estaba en un boliche y justo antes de irse lo vio de lejos. Cruzaron miradas. Él se acercó y hablaron lo suficiente como para que la historia comience.
Esa noche no bailaron, pero sí lo hicieron muchas veces después. Y eso lo vi YO con mis propios ojos.
Ustedes se preguntarán quién soy. Por qué conozco hasta el mínimo detalle. Cómo sé tantas cosas. Se los dije desde el principio. Soy el testigo único de esta historia: EL AMOR, por supuesto.


Para Valeria y Gabriel.
Muchas felicidades y ¡¡que siga el baile!!