Susana se recostó, cerró los ojos, comenzó a respirar profundo y se
entregó a los gratos sonidos de los cuencos. De pronto sintió la sirena de un
barco y una imagen se desplegó ante ella. La vio a Alicia esperando a su amor,
Eduardo, que había viajado hacía quince años a Europa por temas familiares y su
retorno se demoró más de los previsto.
El barco se
acercaba cada vez más a la costa y Alicia se preguntaba si se reconocerían, si
él estaría muy cambiado, si continuaría siendo su mismo amor; en fin,
innumerables preguntas…
Susana continuaba
con sus respiraciones en un estado de sopor, no sabía bien si estaba despierta
o quizás soñando.
De pronto, un
silencio muy profundo. Susana se incorporó emocionada: los pasajeros estaban
desembarcando y Alicia buscaba a su amor.
Dedicado a Los cuencos tibetanos
que me inspiran historias mientras los escucho.