23 de enero de 2015

Un puente entre las dos
















Alejandra solía ir a menudo a un café artístico donde se juntaba todo tipo de gente creativa: músicos, artistas plásticos, escritores… Allí solía encontrar inspiración para sus cuentos.
            Aquél día se sentó a una mesa algo alejada y comenzó a escribir. Estaba muy concentrada cuando, de pronto, se sintió envuelta por un sonido mágico. Era una flauta traversa. En un intervalo, pudo ver a la flautista charlando animadamente con una artista plástica que le enseñaba su obra.
Alejandra tuvo el deseo de acercárseles para intercambiar unas palabras con ellas. Internamente tenía la sensación de que las conocía de otra época. Cuando estuvo algo más cerca, pudo reconocerlas: a Kattya, la fautista y a Gala, la pintora. ¡Cuál fue su sorpresa y su emoción cuando se dio cuenta de que habían sido dos maestras de su infancia! Lo que más la emocionó fue verlas juntas como grandes amigas.
Por un momento se sintió un puente entre las dos. Corrió hacia ellas como la niña que fue entonces y éstas inmediatamente la reconocieron: “Alejandra, ¡qué sorpresa encontrarte acá después de tantos años!”, le dijo Gala. “Tenés la misma sonrisa que cuando eras chiquita”, agregó. Y Kattya le miró las manos y la reconoció inmediatamente.
Alejandra las abrazó y se emocionó. “¡Qué maravilla verlas juntas! ¡Hermosos recuerdos de mi infancia! Las vi de lejos y las quise saludar, dejé mi escritura a un costado y, cuando las vi más de cerca, las reconocí. ¡Qué hermoso reencuentro! Creo que voy a terminar escribiendo otro cuento y se lo voy a dedicar a ustedes”.

Para Ketty y Ángela, dos grandes Maestras.