En la Edad
Media, el señor feudal tenía un "derecho de pernada" (primera noche) por el cual podía intimar con la doncella que acababa de casarse. Este hecho se anunciaba colgando una ornamenta de ciervo en la puerta de la casa de los vasallos, que además indicada que el Señor le otorgaba a ese nuevo matrimonio el derecho de caza en sus tierras. Se dice que el
marido mencionaba muy orgulloso el tema a sus vecinos señalando que su Señor le
había "puesto los cuernos".